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Luego de viajar 8 horas por carretera destapada en una van con inconfundible aire de colectivo, donde a cambio de la estampita del Divino Niño, estaba una imagen del Buda, y por supuesto una calcomanía plateada con marco rojo, donde seguramente debería decir en camboyano "si el niño es del conductor no paga" o "acá cominendome este chicharron".

Sali desde Aranya Prathet embutidos en el colectivo en mención a las 3 de la tarde, venía de Bangkok. Entre europeos, gringos y australianos con cara de pánico porque tal vez era la primera vez en su vida que transitaban por este tipo de carreteras, en estos vehiculos y lo mas "bizarre" para ellos, con estos choferes.

Yo parecía el personaje sicótico que mata a todos en una película de terror, era el unico que venía con sonrisa de oreja a oreja y hasta hacía chistes que evidentemente solo arrancaban risas nerviosas, tal vez buscando una mínima simpatía con el fin de que el drug lord colombiano a la hora de destajarlos lo hiciera sin dolor.

Por dentro me sentía en viaje Bogotá - La Chamba - Bogotá con sus aleatorias escalas no anunciadas a la vera del camino y las mandatorias paradas en cuanto caserío o pueblo se atravezara en la carretera. A cambio del quesadillo y las achiras me ofrecieron unos escarabajos fritos que no me desperataron el apetito. Teniendo muy en cuenta que era menester ocultar a toda costa cualquier evidencia de mi nobleza alcurnia y linaje estuve a punto de gritar en un perfecto cambodiano algo así como "y es que me va llevar a almorzar con su madre" seguido del típico "échele chancleta que no vamos a llegar es nunca gnnnnrrea picha" pero por las razones arriba expuestas me vi obligado a contenerme.

Recnonozco que la pimpina de combustible enfrente de mi puesto me tenía un tanto intrnaquilo, lo curioso del caso es que mis colegas de viaje venían tan asustados con las imprudencias del chofer, la sobrepoblación que reinaba adentro del colectivo y el estado patético de las vías que pasaron por alto lo que más me perturbaba. Yo muy solidariamente le hice notar a todo el mundo que lo verdaderametne preocupante era la pimpina de combustible a bordo, y seguidamente conté como en mi país era relativamente frecuente que la gente muriera carbonizada intentando salir de buses combusitonaban instantáneamete cuando intentaban echarles gasolina por cuenta propia o ayudar a encender el motor de arranque echándole un poquito de gasolina al carburador. La risa nerviosa de la mayoría fué interrumpida por un enérgico shut up! de un checo aburrido y como le decíamos bastante "wanker" en términos aussies, valga la aclaración.

Siem Reap es un caserío que vive del turismo, la van nos dejó casi a las 11 de la noche en un hostal al lado de la zona de tolerancia del pueblo, yo viajaba con una francesa que lo había dejado todo: trabajo, amigos, novio y familia por irse a literalmente dar la vuelta al mundo y un checo mala leche, mala gente y egoísta.

Al otro día decidimos entre los 3 alquilar un tuk -tuk y enfilar hacia las ruinas de Angkor.

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