The thin blind line
Las largas jornadas dedicadas a amistades virtuales, comentarios en blogs, y uno que otro correo electrónico, con aroma de vaguedad rancia e impersonal, de esos que comienzan con: apreciado xxxx por med.... han revelado algo que me tiene un tanto inquieto.
Infinidad de veces sucede que las personas atribuyen a expresiones escritas, connotaciones emocionales totalmente alejadas de las intencion del autor.
Sucede todos los dÃas en los post que leo a diario, en las crÃticas a obras de teatro, reseñas de pelÃculas, comentarios a libros, etc. En lo personal soy bastante ingenuo para interpretar con la mesura y neutralidad las letras que terminan asociando conceptos, ideas, nociones, etc.
Cuando leo un cuento o reviso una narración, la imagen que tengo del personaje es totalemente distinta a la que tendrÃa otro lector y por ende el autor de la obra literaria.
Si a esto le sumamos la incapacidad del lenguaje escrito de revelar de manera incontrovertible, entonaciones, variaciones de tonalidades, olores, etc. es posible concluir que, gran parte de los diálogos, descripciones y narraciones en general que he leÃdo son en realidad subversiones de un texto que jamás llegará a ser entendido. Jamás será como el autor lo pensó. (Lo anterior, irónicamente reivindica lo magnánimo en las obras de arte universales)
Algo que aligera esta subjetividad es la posibilidad de establecer comunicación con el emisor del mensaje, cuando existe un punete de comunicación entre el emisor del mensaje y los receptores este estÃmulo (habÃa puesto ruido pero no me parece apropiado el término) se mitiga de cierta manera.
Ejemplo de ello es un concierto de jazz, la comunicación con el público es fundamental para el jazzman ejecute la versión de su obra.
Ya que el público tiene la posibilidad de interactuar espotáneamente con el artista, las improvisaciones que surgen de la variación de un tema son en la inmensa mayorÃa de los casos producto de esa interacción con el público.
Cuando uno asiste a un concierto de música clásica o a una obra de teatro, casi siempre existe un muro infranqueable entre el escenario y el público, lo que a la postre distorciona, o digamos elimina todo estÃmulo posible derivado de la interpretación de la ejecución original de una obra musical.
Claramente, lo anterior es una de las razones que impulsa a los individuos a contemplar un Fidias por segunda vez o a leer por quinta vez El Aleph, evidentemente hay un cierto placer en redescubrir significados que pasamos por alto, pero de una u otra forma es como si estuvieramos condenados a ignorar nuestra propia ignorancia.
Cuantas veces nos habremos privado de verdades fabulosas por parte, mensajes que jamás llegaron producto de esta distorción, producto de nuestra incapacidad para asociar lo que para otros resulta evidente?
me pregunto si, apoyado en nuevas tecnologÃas sea posible através de estimulos sensoriales no visuales, alcanzar una imagén común en el inconsciente colectivo de un conjunto de lectores.
En exactamente 5 años, 4 meses, 16 horas y 22 minutos, este soliloquio lanzará un post que a medida que aparezcan las letras negras en un fondo blanco, sea posible tocar texturas, apreciar olores, sabores, sonidos etc. pero respetando la conceptualización subjetiva en términos de imagen.
Luego se le pedirá a los lectores que seleccionen la imágen que mejor describen lo que acaban de sentir: oler, tocar, leer, escuchar etc.
Estén alerta.
P.S. Si alguien conce literatura concerniente a las inquietudes que motivaron este post se le agradecerá.
Supongo que ya leyó La obra abierta de Umberto Eco. ¿No es as� En general, todo el trabajo de Italo Calvino, Perec y demás Oulipistas, es también en esa dirección.
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